domingo, 22 de noviembre de 2009

Ella filosa

Es un misterio ¿Cómo poder descifrarlo,
si yo misma soy? Tan poco idéntica a mí misma.
Me sumerjo en ese abrazo escapando del tiempo que hoy duerme.
Dejé un fragmento inconcluso de mí descansando sobre la mesa
Tacho las hojas de mi cuaderno y me hundo.
Las palabras se tiñen de gris sepia, cambian de sintonía y
ya no son mías.



Me desenvuelvo. Muestro la que soy yo
Dejo que veas a través de mi piel.
Mis cenizas no dicen nada, si no querés escuchar
Sólo algo sin forma.
Yo resucito para no vivir.
Ya pasaron los días y la multitud está ansiosa.



Espejo de nuevo, ahora más filoso:
el sobresalto de ver su propia sombra.
Que se hace doble. Se hace dos. La que debió y la que fue.
Entre esa herida y el papel púrpura que la envuelve
La niña absoluta, la mujer hermosa, la muerte perfecta.
No dejó nunca de ser esa que él rasguñaba a la distancia.



Cuando todos duermen, ella por una vez, despierta
y encuentra el silencio, inmersa en el completo vacío.
Para terminar lo que nunca quiso tener

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