sábado, 25 de julio de 2009

Letras y algún murmullo

Perseguimos la sombra al otro lado
¿Sombra de quién?
No podemos caernos para ningún lado de la cornisa. Siempre los sí, no, quiero, mejor después.. y ésa música que te gusta tanto.. son sólo ruidos. Levantate de la cama y hacé lo que querés.
Ahora, yo quiero irme a vivir, con tres gatos, o gatas para hacerlo todo aún más bizarro, y tomar café negro y tés jipones con drugas de departemento.
Y llegas a viejas, a bábuchcas starrias que se les cae el cerebro, pero, ¿a alguien le importa? ¿Es realmente tan difícil ser feliz? ¿Por qué nos implotamos si podemos explotar?

Mirando a través

Mirando a través del vidrio
me esperaba en la puerta,
caminando en círculos
ese alguien
que a veces canta
me llama
o sólo me muestra sus trucos
él pasa las hojas de mi cuaderno
me lle queriendo encontrarse
y sólo ve miedo y hambre
el viento que me llevó
mi mano está a tu alcance
llena de vidrios
como todo mi cuerpo

¿Todavía querés abrazarme?

viernes, 24 de julio de 2009

Otoño de sombrero.

En las calles, otoño
luz y azul
ojos cerrados. Cansada de pensar y estar
por hoy, dejo que otros sean.
En las calles no encuentro al silencio
lo busco entre piedra y piedra
y temo haberlo perdido
siento madera mojada y el crujido seco de una hamaca
arrastrándome tras el menor susurro, creo ser feliz
Quise dibujos de luz, quise pisar charcos
y mojar mis pies.
Escribo lo que me murmura el viento desde las frías calles
¡Todo es tan absurdo cuando estoy con vos!
Dormir en tu abrazo
intentar descifrar tus ojos y dibujas tus palabras.
Seas real o irreal
estés o no ahí
me alegro de haberte conocido.
Un saludo de sombrero y punto final.

Bordes de un abrazo

A veces pienso
que podría desaparecer
a veces me gustaría
pero todavía estoy
me escucho
no tan lejos
me sostengo contr vos
no sé que es lo que corre por mis venas
y me caigo ante tus ojos
sólo me imaginaste
adentro tuyo
no hay
nadie

Hueso y tela

Es sólo
una ventana
espera
está cayendo y libera tiempo
en el aire
duerme y se olvida
se entierra
o eso quiere
se durmió en el lugar que no debía
donde pareciera que alguna vez hubo algo
pero se fue
si encuentran este retazo de mí
no verán mucho más
que hueso y tela
mareando pasillos
entre gritando y callando
demasiado arriba o abajo
los cardos y pastos raspándome los pies descalzos
vos quemándome las manos
estrujada, acurrucada en las paredes cerradas
mi cuerpo me aplasta
y el frío es lo peor
un ovillo de hojas en blanco en mi mesa
esperando por ella que no
no soy
yo soy la que esperaba
viendo a través
vapor y reja

El tiempo corre

Debajo de la cama
estimada o estimado oyente
háganos el favor de mirar
debajo de la cama
no pretenda mucho más de usted
no es necesario
mejor es contar para atrás
elija las palabras más adecuadas
más usadas, repetidas y vacías
y sea el primero en llamar
hoy es una gran ocasión
podría dejarse caer otra vez
resbalar la mano
es tanto más fácil -nosotros lo recomendamos-
no olvide su medicina
desayúnese asfalto
es un negocio limpio
el de asesinarse uno mismo
el tiempo corre
no hay nada que esperar
no repare en insignificancias
¡El tiempo corre!

Apaguen las luces

Apaguen las luces
cierren las cortinas
callen las niñas
que volvió
en las calles se siente
cierren las cortinas
no contesten al teléfono
no respondan a sus gritos
que piense que le pueblo
ha sido abandonado
quemen sus dibujos, sus cartas
sus canciones y sus libros
quiebren las diagonales
para que nunca llegue
escóndanse
debajo de la alfombra
detrás del diván
sobre los tejados
róbenle la música
no se muevan
no lloren, no sientan
no hablen, no rían

Así es este mundo
¡Sean bienvenidos!

La esquina para el fumador.

Caminó la calle.
No es tan larga. Todavía puede encontrar lo que buscaba.
Y dejar caer la lluvia.
Pero sería raro, en estos tiempos de nubes que no llueven.
Se sienta en una esquina. Prende un cigarro. Saca una hoja, un lápiz y garabatea, no sé si dibuja o escribe.
Por delante, se atravieza una mujer.
Los ojos de Él le siguen los pies.
Y las manos, blancas y frías, manos desnudas. Manos que no pueden ni quieren agarrar nada. Ni siquiera uno de sus cigarros.
Él la ve doblar, piensa en la mujer y toda su hermosura podrida.
Su cigarro ya es ceniza, contra el viento intenta encender otro.
Pero la calle está igual.
Escucho algo. A lo mejor es Él, que se acuesta. No sé, ya no lo miro.
Me dejo caer contra el marco de la ventana. De alguna manera comprendo que ya no está garabateando nada.
Mi casa es tan parecida a la calle, ten esquina y cigarro, tan mujer sin mujer adentro.
La calle no es tan larga, pero no voy a caminar más.
Cualquier esquina es tan perfecta para dejarse olvidar.